Que no lo sorprenda el último trago

“Tómate el último trago”, esa frase que casi todos hemos dicho o escuchado puede ser una realidad, si no tenemos cuidado al ingerir licor.

Compuesto por etanol en concentraciones variables, que van desde el 4 al 5% en la cerveza y de 40 a 43% en el ron y el whisky, el consumo de alcohol en exceso puede producir una intoxicación etílica, fenómeno diferente a lo que ocurre con el licor adulterado.

En el primer caso, el paciente está bajo los efectos del licor legal y los signos y síntomas se pueden evaluar con un examen médico. Esta condición puede detectarse a través de una prueba de alcohol espirado en aliento o medido en la sangre. Si bien existen escalas para determinar el grado de embriaguez, es importante tener en cuenta que todos los individuos responden y metabolizan de manera diferente el alcohol. Una persona se puede embriagar con poca cantidad de etanol, mientras que otra puede ingerir grandes cantidades y no presentar ningún síntoma.

Lo cierto es que la intoxicación etílica puede afectar a cualquier persona que se exceda en el consumo de licor, llevándola a cometer toda clase de imprudencias por desinhibición o descoordinación y luego, al deterioro progresivo del estado de conciencia que puede terminar en traumas, depresión respiratoria y aspiración de sus propias secreciones.

Ojo al licor adulterado
Si bien la intoxicación etílica se debe manejar en casa, otra cosa sucede con el consumo de licor adulterado. En este caso es frecuente la presencia de alcohol metílico o metanol, sustancia muy peligrosa y tóxica. Aquí el riesgo es mayor, pues contrario a lo que muchas personas creen, no hay manera de identificar un licor adulterado en su color y sabor, aunque en algunos casos es evidente en el envase o la presencia de partículas dispersas.

Con el licor adulterado solo al consumirlo se desencadena la intoxicación, caracterizada por una embriaguez y una resaca diferentes a la habitual, generalmente asociada a dolor de cabeza, dolor abdominal y vómito, seguidos de deterioro de los síntomas y visión borrosa que, sin el tratamiento adecuado, puede producir falla renal, pérdida de la visión y la muerte. En ese caso es de vital importancia que el paciente acuda a consulta y reciba atención especializada.

Por: Joaquín Ernesto López L.
M.D. Toxicólogo